Día 15: Insatisfecho

Introducción

“ Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” 2 Corintios 12:10
El mundo valora la belleza y la fuerza. Los publicistas frecuentemente apelan a nuestra vanidad comercializando sus productos como lo que restaurará nuestra juventud y vitalidad. Así que cuando estamos débiles (emocional, física o espiritualmente), nuestra inclinación natural es sentir vergüenza y querer escapar de ella.
Nuestra cultura también aborrece los insultos, las dificultades, la persecución y las calamidades. Estas son cosas que deben ser evitadas, no aceptadas. ¡Nuestra sociedad nos anima a defender nuestros derechos! El mundo nos dice que si trabajamos juntos, podemos superar la enfermedad, el odio, el terrorismo global, e incluso los desastres naturales.
Y aún así, la historia ha demostrado que, a pesar de todos los esfuerzos del hombre por la paz, la igualdad y la prosperidad, el abuso continúa. Estamos expresando las mismas quejas de nuestros antepasados. No podemos escapar de nuestra mortalidad, sufrimiento, injusticia y dolor a través de todo lo que este mundo tiene para ofrecer. Esto puede dejarnos insatisfechos en muchas áreas de nuestras vidas.
Y aún así, Pablo escribió a la iglesia de Filipos, “...he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad” Filipenses 4:11-12
Entonces, ¿cuál es el secreto? ¿Dónde podemos buscar satisfacción en medio del clamor y el caos de nuestro mundo?
El secreto de enfrentar cada situación con satisfacción es Jesucristo. Cuando abrazamos plenamente la verdad de que morimos con Cristo en la cruz y resucitamos a una nueva vida en Él, ya no deseamos escapar de nuestras debilidades, dificultades, persecuciones y dolor porque vemos las cosas de manera diferente.
Hebreos 2:8-10 explica, “Porque al sujetarlo todo a él, no dejó nada que no le sea sujeto. Pero ahora no vemos aún todas las cosas sujetas a él. Pero vemos a aquel que fue hecho un poco inferior a los ángeles, es decir, a Jesús, coronado de gloria y honor a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios probara la muerte por todos. Porque convenía que aquel para quien son todas las cosas y por quien son todas las cosas, llevando muchos hijos a la gloria, hiciera perfecto por medio de los padecimientos al autor de la salvación de ellos.”
Jesús sufrió y murió en la cruz para llevarnos a la gloria. “Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos; por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.” (Romanos 14:8) Jesús es el objeto de nuestro amor y nuestra vida. Cuando miramos y vemos que nos ama hasta la muerte en la cruz, sabemos que somos amados y perdonados y esto nos llena de una satisfacción constante independientemente de nuestras circunstancias.
Amigo, moriste con Cristo y resucitaste en Él a una nueva vida. Una vida donde la tragedia se convierte en un triunfo, los obstáculos en oportunidades, y los problemas en un testimonio de la misericordia, el amor, la gracia y la fidelidad de Dios.
Mirando a Jesús