“La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime, mas la buena palabra lo alegra." Proverbios 12:25
Algunos enseñan que los cristianos están exentos de las preocupaciones de este mundo, pero no es cierto. Vivimos en un mundo caído que está lleno de problemas (Juan 16:33). La enfermedad, la angustia, las pérdidas financieras y todo tipo de pecado tocan nuestras vidas diariamente y producen las mismas ansiedades que experimentan los incrédulos.
Estas ansiedades nos preocupan a cada uno de nosotros de diferentes maneras y en diferentes grados. Algunos de nosotros encontramos una ansiedad tan intensa que se manifiesta en síntomas físicos como dolor, urticaria, sudoración profusa, o la incapacidad de comer, dormir, o incluso respirar bien. Pero todos compartimos la raíz común de nuestras ansiedades que es el miedo. Tememos el dolor, la pérdida, lo desconocido, etc. y estos miedos producen ansiedad en nuestros corazones, mentes y cuerpos.
Pero aunque nos enfrentamos a las mismas ansiedades que los incrédulos, hay un distintivo real para nosotros que creemos en Jesús: ¡el evangelio! La muerte y la resurrección de Jesús para asegurar nuestro bienestar eterno son la "buena palabra" que alegra nuestros corazones y alivia nuestras ansiedades si aprendemos a enfocarnos allí. "La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime, mas la buena palabra lo alegra." Proverbios 12:25 Pablo le escribió al joven evangelista Timoteo, que era propenso a la ansiedad: “...Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios, quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad, y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio,” 2 Timoteo 1:7-10
Fíjate en cómo las Escrituras conectan la muerte y la resurrección de Jesús con nuestra libertad de miedo y ansiedad. La muerte, nuestro peor y último enemigo, ha sido abolida por Jesús en la cruz para que podamos confiar en que también ha tratado con todas las otras cosas que causan ansiedad en nosotros.
A través de Su muerte en la cruz, Jesús nos dio Su Espíritu, y el Espíritu de Jesús produce en nosotros fuerza sobrenatural, amor y autocontrol. No trabajamos más duro para superar nuestra ansiedad; nos centramos y descansamos en la obra terminada de nuestro Jesús.
Amigo, aunque no lo sientas así, tus ansiedades son comunes, y no son tu problema. Tu problema viene cuando te aferras a tus preocupaciones y te concentras en ellas. Para liberarte de tus ansiedades, debes ver a Jesús en lo alto y elevado, muriendo en la cruz para traerte paz, derramando Su sangre para expiar tu pecado y liberarte. Verle resucitar victorioso, habiendo conquistado todas las cosas de la vida que causan ansiedad. Cuando fijes tus pensamientos en Jesús; Él abrumará tus ansiedades con su amor.
Si quieres combatir tus ansiedades y ganar, debes mirar a Jesús en la cruz, y creer que Dios está de tu lado. Mira ahora y ve el perfecto amor de Jesús mostrado en la cruz y permite que Su amor sacrificial eche fuera todo tu miedo (1 Juan 4:13-19). Si estás en Cristo, amigo, la victoria es tuya. El pecado y la muerte son derrotados. Tu situación, no importa cuán angustiosa sea, es temporal, pero el amor de Dios por ti es eterno.