"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna..." Juan 3:14-15
En el principio, Adán y Eva pecaron al alejarse de Dios y seguir su propio camino de desobediencia. Desde ese momento, todas las personas nacimos muertas en nuestros pecados y necesitadas de un Salvador.
"Por lo tanto, así como el pecado entró en el mundo a través de un hombre, y la muerte a través del pecado, y de esta manera la muerte vino a todas las personas porque todos pecaron..." Romanos 5:12
Pero esto no fue una sorpresa para Dios. Dios había provisto para nuestra necesidad desde antes de la fundación del mundo (1 Pedro 1:18-21). En amor, Dios envió a su amado Hijo al mundo con el nombre de Jesús "...porque él salvará a su pueblo de sus pecados."(Mateo 1:21). Y todos los que crean en Jesús serán salvados y se les dará la vida eterna (Juan 3:16). Sólo Jesús es el Salvador (Hechos 4:12).
Antes de que puedas experimentar una verdadera transformación de vida, debes mirar primero a Jesús como Salvador y ser transformado de la muerte espiritual a la vida eterna (1 Juan 5:11-12).
" Pues, si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo." Romanos 5:17
¡Y qué gran Salvador es Él! Él es "...capaz de salvar por completo a aquellos que se acercan a Dios a través de Él, ya que siempre vive para interceder por ellos". (Hebreos 7:25). No importa lo que hayas hecho, ¡Jesús es poderoso para salvarte (Isaías 63:1)!
Oh, amigo, mira a Jesús, logrando tu salvación a través de su muerte en la cruz. ¡Jesús vivió la vida perfecta que debías haber vivido y luego murió la muerte que merecías para que pudieras ser salvo!
En la cruz, Jesús tomó tu pecado y te dio Su justicia (2 Corintios 5:21). La paga de tus pecados fue la muerte, pero Jesús tomó tu muerte y la venció. Pecaste y merecías el castigo, pero Jesús ha recibido toda la ira de Dios contra el pecado. Jesús asumió toda tu culpa y vergüenza y pagó tu deuda de pecado para que ahora seas libre de vivir alegremente y en abundancia en una relación de amor con Dios y los demás.
Cuando miras a Jesús como Salvador, estás viendo lo que Dios ve: la sangre expiatoria de Su amado Hijo. Cuando pones tu fe en Jesús como Salvador, te vistes con la justicia de Cristo y eres aceptable para Dios (Filipenses 3:9, Efesios 1:5-7).