Hola y bienvenido(a) a tu curso.
Hoy te escribo desde un hotel en Shanghái donde estoy en una escala entre vuelos. En el pasado, yo solía correr directo hacia la fosa de la pornografía para gratificar mi carne, pero esa vida murió en una cruz y fue enterrada en una tumba.
Acabo de terminar un muy maravilloso estudio de la Palabra de Dios y siento mi corazón como si fuera a estallar de amor por Jesús. Como parte del estudio leí este pasaje:
Job 12:13-14 (NTV) Pero la verdadera sabiduría y el poder se encuentran en Dios; el consejo y el entendimiento le pertenecen. (14) Lo que Él destruye no se puede volver a construir. Cuando Él mete a alguien en la cárcel, no hay escapatoria.
He experimentado tan intensamente este “destruir” y “meter a la cárcel” siendo encerrado en la jaula de la impureza sexual. Intenté tan poderosamente como pude, por muchos años, pero no era liberado. “Cuando Él mete a alguien en la cárcel, no hay escapatoria”.
Por algún tiempo, leí acerca de la química en el cerebro, receptores, enlaces neuronales, etc., mientras estaba envuelto en impureza sexual, pensando que las pistas del por qué estaba esclavizado serían reveladas. Pero, aunque la información científica me hizo conocedor, aún me dejaba atado al pecado.
Buscar ayuda en la ciencia es tan inútil para nosotros como hubiera sido para Pedro estudiar todo acerca de la gravedad mientras se hundía bajo las olas: “Veamos, cuando trato de caminar sobre el agua, descubro una fuerza que atrae mi cuerpo hacia el centro de la tierra, o hacia otro cuerpo de mayor masa”. Sí Pedro, por supuesto que así es como uno se hunde y se ahoga.
Pero si quieres ser levantado de las aguas de impureza, debes alejarte de las distracciones y mirar a Jesús. Pedro gritó: “¡Señor, sálvame!” (Mateo 14:30) y fue inmediatamente sacado de las aguas y llevado a un sitio seguro. “Pero la verdadera sabiduría y el poder se encuentran en Dios; el consejo y el entendimiento le pertenecen. No le pertenecen al mundo, al psicólogo, al consejero mundano, o al movimiento de rehabilitación de adictos.
Si queremos escapar de la prisión de impureza, Dios nos debe liberar. Sólo el Evangelio tiene el poder para liberarnos (Romanos 1:16-17 y Corintios 1:18). Una vez que aprendí que Dios era el único que me podía liberar, empecé a buscar al Señor por mi libertad, volviéndome sólo hacia Él, y pidiéndole que me liberara. Empecé a buscar el Evangelio, a sumergirme en él, buscando del Señor como si mi vida dependiera de eso, y sí, en realidad dependía de eso.
Salmos 42:1-2 (NVI) Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser. (2) Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?
Ahora soy un hombre libre y todo por la gracia de Dios en la cruz. Te lo digo con alegría. No es que ya nunca peco, sólo que Dios ha abierto la puerta de la prisión y dejó libre a este cautivo del pecado habitual y dominador de la vida. ¡Yo también quiero que experimentes esta libertad! Oro por tu libertad; anhelo tu libertad.
Si encuentras la libertad será por la gracia y el poder de Dios únicamente. Sólo Dios te puede liberar. Y tu libertad vendrá cuando medites y aprendas a aplicar la cruz de Jesucristo. ¿Te puedo alentar a que rehúses a toda sabiduría mundana, que lo único que hará es seguir manteniéndote con ataduras, y que en lugar de eso pases tu tiempo en la cruz de Cristo, en el trono de la gracia, de rodillas y suplicándole a Dios que te libere? Pero la verdadera sabiduría y el poder se encuentran en Dios; el consejo y el entendimiento le pertenecen (Job 12:13).
Pregunta 1. ¿Ves la importancia de buscar la libertad por el método de Dios, la cruz de Jesucristo, y no buscando la sabiduría del mundo? Por favor comparte.
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Recuerdas la lección anterior y la cura que Dios proveyó a los israelitas mordidos por serpientes?
Pregunta 2. ¿Cuál fue la solución que Dios le dio a Moisés para sanar los israelitas mordidos por las serpientes?