Espero que tu deseo por la Palabra de Dios sea saludable, pero si no lo es, entiendo la dificultad. Tomémonos un momento y veamos contra qué estamos luchando cuando se trata de estudiar la Palabra de Dios:
Cuando el Señor le dio la Ley a Moisés en el monte Sinaí, la gente no quería escucharla. Los israelitas dijeron a Moisés: “Háblanos tú, y te escucharemos. Si Dios nos habla, seguramente moriremos” (Éxodo 20:19).
La gente se atemorizó con la Palabra de Dios, reconociendo que morirían de la fuerza inigualable y el poder en ella. Ellos entendían que Dios es santo, y ellos eran pecadores. Oh, ellos podían escuchar a Moisés sin ningún problema, la voz del hombre era tolerable, pero ellos no querían escuchar la Palabra de Dios.
Tú y yo, dentro de nosotros, somos propensos a lo mismo; nuestra carne tiene una enemistad natural contra la Palabra de Dios. Por eso es que mucha gente escucha felizmente a oradores motivacionales, a gurús de la nueva era, a profesores de auto-ayuda, etc., porque la voz del hombre es más suave al paladar que la luz ardiente y la fuerza espiritual de la Palabra de Dios.
Pero tenemos que escuchar la Palabra de Dios por esta razón principal: ¡nos pone a muerte! Crucifica nuestra naturaleza pecadora y nos aleja de nuestros deseos naturales y lujurias. Jesús oró: “Santifícalos en la verdad; Tu Palabra es la verdad” (Juan 17:17).
Por fe, tenemos que dejar las excusas de nuestra carne e insistir en leer, estudiar, buscar y oír a Dios en Su Palabra. “Escúchenme bien, y comerán lo que es bueno, y se deleitarán con manjares deliciosos. Presten atención y vengan a mí, escúchenme y vivirán” (Isaías 55:2-3). Muchas personas están languideciendo en el pecado porque no se alimentan de la Palabra de Dios.
Miremos rápidamente a la importancia de la Palabra de Dios en nuestra batalla:
1 Juan 2:12-14 (NVI) Les escribo a ustedes, queridos hijos, porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Cristo. (13) Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al maligno. Les he escrito a ustedes, queridos hijos, porque han conocido al Padre. (14) Les he escrito a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno.
Pregunta 3. ¿Dónde dirías tú que te encuentras en los niveles de madurez espiritual expuestos en 1 Juan 2:12-14?
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Pregunta 4. En 1 Juan 2:12, ¿qué conocen los “queridos hijos”?
Pregunta 6. En 1 Juan 2:14, ¿qué se dice acerca de los padres?