Lección 12 - Batallar en la Palabra

Pregunta 9

La gente en Tesalónica fue exaltada por Pablo como ejemplo para todos porque ellos habían:
1. Escuchado la Palabra de Dios por medio de Pablo y sus acompañantes.
2. Recibido la Palabra de Dios. La creyeron y recibieron a Cristo Jesús.
3. Visto el evangelio propiamente como siendo Palabra de Dios, no palabra de hombre.
4. Experimentado el poderoso actuar de la Palabra de Dios en sus vidas y corazones.
¿Te fijaste en que la Palabra de Dios estaba actuando en ti que crees”? Esa palabra “actuando” es la palabra “energeo”, que significa estar energizado o empoderado. ¡Esta poderosa fuente de energía actuando en nosotros es lo que se necesita para combatir nuestra propia carne!
Ahora, comparemos 1 Tesalonicenses 2:13 con Efesios 2:2, “…en los cuales anduvieron en otro tiempo conforme a la corriente de este mundo y al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia”. En Efesios 2:2, vemos esta misma palabra “energeo” traducida “actúa”. En otras traducciones “que opera”, “que obra”.
Entonces podemos deducir que la Palabra de Dios “actúa”, (energizando) en aquellos que creen, y que el maligno “actúa”, (energizando) en aquellos que son desobedientes. No sé tú, pero yo estuve energizado por el diablo y por mi propia carne por muchísimo tiempo. Si esperamos experimentar libertad del pecado sexual, ¡tenemos que cambiar nuestra fuente de energía! ¿Estás conmigo en esto?
Si no lo has hecho todavía, parte de tu plan de batalla necesita centrarse en tiempo invertido en la Palabra de Dios. Ora para que Dios te dé un apetito voraz por Su Palabra, que Él derrita tu corazón cuando veas la cruz en ella, que Él permita que Su Palabra permanezca en ti.
Para cerrar, fijémonos en una trampa del estudio de la Biblia que debemos evitar: si no somos cuidadosos, nos podemos volver muy llenos de conocimiento y orgullosos (1 Corintios 8:1) más allá de ser humildes y amorosos.
Esto pasa cuando somos enceguecidos y no vemos la cruz (2 Corintios 4:3-4), y desconectamos la Palabra escrita de la Palabra Viva (Juan 1:1). Cuando estudiamos la Palabra de Dios de esta forma tan desconectada, solamente estamos captando información (doctrina, reglas, historia, etc.) y no recibiendo la gracia, sabiduría, y el amor que necesitamos cambiar. Hay una diferencia tremenda entre captar información y experimentar transformación.
Cuando leemos la Palabra de Dios, debemos rogar a Dios que nos muestre las glorias de la cruz, las maravillas de las asombrosas nuevas noticias de Cristo crucificado y el poder de Su resurrección. Porque si omitimos estas cosas, hemos perdido el punto (1 Corintios 15:1-4), y todo lo que nuestra lectura de la Biblia hará es inflarnos con conocimiento. Esto no es libertad.
Estamos dependiendo del Señor para que abra nuestros corazones al Evangelio para que podamos responderle. “Una de ellas que se llamaba Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira y vendía telas de púrpura. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo” (Hechos 16:14).
En resumen: leer la Palabra de Dios y ver la cruz en ella corta nuestros corazones y nos humilla, llevándonos a tener gran alegría, y al mismo tiempo, apartándonos poco a poco del pecado. Usa eso como un barómetro al estudiar la Palabra de Dios: ¿estoy viendo la cruz y siendo humillado en el lugar donde mi Salvador está muriendo por mí? ¿Está simultáneamente levantándome con gran alegría al saber que Él pagó mi precio y sufrió mi muerte? Y ¿está empezando a liberarme y a transformarme en la imagen de Cristo?
Que esta sea nuestra oración: “Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley” (Salmos 119:18 NVI).

Pregunta 9. ¿Qué aprendiste en esta lección y cómo vas a aplicarla?

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