Hola mi amigo(a), ¡qué bueno estudiar contigo hoy!
En esta lección aprenderemos más acerca de la necesidad de Lavarnos en la cruz y también aprenderemos cómo hacerlo. El viejo himno, Rock of Ages, lo expresa muy bien:
“Nada traigo en mis manos,
Simplemente a tu cruz me aferro;
Desnudo, vengo a ti para ser vestido,
Impotente, vengo a ti por gracia:
Sucio, hacia la fuente vuelo,
Lávame, Salvador, o muero”.
En Levítico 15, Dios expuso la horrible condición de estar impuro. La primera mitad del capítulo habla de la impureza del hombre (suciedad) y la segunda mitad de la de la mujer:
Levítico 15:1-3 (NVI) El Señor les ordenó a Moisés y Aarón (2) que les dijeran a los israelitas: “Si algún hombre tiene un derrame seminal, tal derrame es impuro, (3) lo mismo que el hombre, ya sea que su órgano sexual emita el flujo o que el flujo obstruya el órgano”. El flujo causa impureza en los siguientes casos:
La siguiente sección en Levítico 15 muestra cómo, literalmente todo lo que la persona impura toca, queda impuro también: en donde duerme, donde se sienta (4), lo que toca (11 y 12), y aun quien sea que toque a la persona impura también será impura (7). La impureza se expande y contamina todo y a todos los que nos rodean.
Es muy importante entender que las ramificaciones de nuestro involucramiento en impureza fueron en todos los aspectos. El involucrarnos en impureza contaminó nuestros trabajos, nuestra salud, nuestras relaciones, todo. Si estamos casados, nuestra pareja ha sido afectada, estemos concientes de ello o no. Todo y todos con quienes hayamos interactuado fueron afectados por nuestro involucramiento en la pornografía, autogratificación o impureza sexual.
En mi caso, mis años de atadura a la impureza me tornaron en una persona iracunda, superficial, irritable y depresiva. Era inmaduro, a la defensiva, acusatorio y me burlaba de otros. Mi esposa y mis niños no solamente fueron afectados por mis acciones pecaminosas, sino que también adoptaron mis actitudes de un corazón lleno de pecado. Nuestro hogar no fue marcado por amor sino por temor, rabia y descontento. En ese entonces yo no sabía que al meterme en pecado sexual había abierto la puerta al maligno, y cuando ese entra, se roba todo.
He conocido muchos esposos que no pueden entender la frialdad de sus esposas o la falta de respeto hacia ellos, y las esposas que no pueden entender la ira de sus esposos o la falta de atención hacia ellas. Pero, aun así, seguían envueltos en impureza sexual que los contaminaba y destruía sus relaciones.
Más tarde en el curso, una de las estrategias de batalla se centrará en cómo reparar y restaurar el amor del Evangelio en nuestras relaciones. Una vez que empezamos a Andar en el Espíritu y a experimentar libertad en Cristo, el amor de Dios empieza a expandirse entre sus corazones y a derramarse en todos los que nos rodean.
Pregunta 1. ¿Cuáles fueron algunos de los efectos generales de nuestro envolvimiento con la impureza?
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