Día 26: Sufriendo

Introducción

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:1-5
Cuando el pecado entró en el mundo, el sufrimiento vino con él. El dolor físico, la angustia mental, la angustia emocional y el tormento espiritual han continuado a lo largo del tiempo. Lo vemos todos los días en forma de enfermedades, accidentes, desastres, abusos, relaciones rotas, traición, culpa, vergüenza, etc.
Como regla general, el mundo y nuestra carne aborrecen el sufrimiento; muchos lo ven como algo sin sentido y creen que si no se puede evitar, entonces se debe medicar con "comida para consolarse", alcohol, dulces, medicamentos recetados, drogas ilegales, "tiempo para mí" o cualquier otra actividad o sustancia que distraiga de la incomodidad.
Y aunque ciertamente no hay nada malo en aliviar el sufrimiento, como creyentes en Jesús, nos perjudicamos a nosotros mismos y nos perdemos de las bendiciones que Dios tiene para nosotros cuando tratamos de manejar nuestro sufrimiento (o el de otros) aparte de la cruz de Cristo. Recurrir a falsos salvadores (comida, drogas, sexo, uno mismo, etc.) en nuestro dolor, agrava nuestro sufrimiento, pero mirar a Jesús lo alivia.
Cuando miramos a Jesús, vemos que Dios no es ajeno a nuestro dolor. Él ha entrado en él en la Persona de Jesús. Cuando miramos a la cruz vemos a Jesús entrando en nuestro dolor. El profeta Isaías lo dijo de esta manera,"Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no le estimamos. Ciertamente El llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. Mas El fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, y por sus heridas hemos sido sanados." Isaías 53:3-5
El sufrimiento de cualquier tipo duele. Es una agonía. Mira todas las palabras usadas para describir el sufrimiento de Cristo: despreciado, desechado, despreciado, dolor, azotado, afligido, traspasado, molido, herido, etc. Como en el caso de Jesús, nuestro dolor es real; no queremos negarlo, pero queremos mirar a Jesús para que Él pueda redimirlo.
¡Oh, querido amigo, en el sufrimiento de Cristo en la cruz, vemos el poder y la gloria de Dios (Juan 7:39, Romanos 1:16-17, Hebreos 1:3)! Del mismo modo, cuando miramos a Jesús en nuestras debilidades y nuestros sufrimientos, Dios es glorificado, y Su poder se revela en nosotros.
Cuando estamos sufriendo y miramos a Cristo y nos acercamos a Él con nuestro dolor, experimentamos una profunda intimidad con Él. Su amor sacrificial se derrama en nuestros corazones por su Espíritu vivificante para consolarnos y animarnos, y Su poder de resurrección fluye por nosotros para sostenernos mientras esperamos la redención de todas las cosas (Romanos 8:22-24).
Mirando a Jesús