En el Antiguo Testamento, un hombre se destaca por haber sufrido mucho - Job. En un día, todos los hijos de Job murieron, perdió su sustento de rebaños y manadas, su casa y toda su riqueza. Poco después de eso, perdió su salud física de modo que no le quedaba nada excepto una esposa angustiada que le dijo "maldice a Dios y muere". Es gravemente impactante.
¿Qué puede sostener a un hombre a través de este tipo de implacable sufrimiento? ¿Qué puede dirigirnos a ti y a mí a través de momentos muy difíciles de sufrimiento?
Obtenemos la respuesta a esas preguntas cuando llegamos a Job 19:
“Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha mi piel, aun en mi carne veré a Dios; al cual yo mismo contemplaré, y a quien mis ojos verán y no los de otro. ¡Desfallece mi corazón dentro de mí!” Job 19:25-27
Job se centró en Su Redentor, y por eso Job dice lo siguiente:
Mi Redentor vive (Job 19:25).
Mi Redentor es Dios (Job 19:26).
Mi corazón anhela ver a Dios (Job 19:27).
Un "redentor" es el que gana o recupera la posesión de algo a cambio de un pago. Job sabía que tenía un Redentor, alguien que lo compraría y recuperaría a través de un gran pago. Quizás Job comprendió sobrenaturalmente que el pago para redimirlo estaba conectado con el sufrimiento del Mesías venidero, como se predijo en Génesis 3:15.
Y aún así, Job sabía que este Redentor vive. Así que Job sabía que se pagaría un precio de redención, y que habría un Redentor vivo. Job vio en una forma oculta el evangelio de Jesucristo: Dios, su Redentor, pagaría el precio de la redención de Job, y entonces viviría para siempre.
Job obtuvo un gran consuelo durante su sufrimiento al enfocarse en su Redentor, mirando a Jesús. Job creía que al final vería a su Redentor (Jesús), y esto hizo que el corazón de Job anhelara estar con Él.
Querido amigo, ¿qué es lo que te permitirá soportar un gran sufrimiento y encontrar un verdadero consuelo en medio de él? Mira a Jesús, quien, al precio de Su propia vida, te compró de nuevo para Dios. "Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.” (Apocalipsis 5:9).
Y no sólo te compró de nuevo (te redimió) del pecado a través de Su muerte en la cruz, sino que se levantó de la muerte al tercer día. ¡Tu Redentor vive! Deja que eso atice un fuego en tu corazón, causando que anheles el día en que veas Su rostro. Un día, pronto, experimentarás un abrazo del Dios cuyas manos fueron traspasadas.