Cuando Jesús murió en la cruz, sus seguidores estaban confusos y abatidos, sus corazones estaban agitados porque aún no entendían lo que Dios estaba haciendo. No entendían que el sufrimiento de Jesús estaba comprando su vida eterna y su libertad de la confusión. Pero días después, el Cristo resucitado vino a sus discípulos con su paz.
Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: “Paz a vosotros.” Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús entonces les dijo otra vez: "Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío." Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “ Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos.” Juan 20:19-23
¿Ves cómo Jesús conecta la paz de los discípulos con sus heridas? “Paz a vosotros. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado." Amigo, mira las heridas de Jesús, recuerda la cruz de Jesús, y ten paz. Porque Jesús ha quitado tu pecado (Juan 1:29), te ha redimido de la maldición de la Ley (Gálatas 3:13-14), te ha justificado ante Dios (Romanos 4:25), ha clavado en la cruz el documento legal de tus males (Colosenses 2:14), y ha comprado tu vida eterna (Juan 3:16).