Amigo(a), esta batalla fue intensa, el enemigo la comenzó, ¡pero Israel la terminó, victoriosamente! Pero ¿podrían ellos irse a casa y presumir a sus familias atribuyéndose la victoria en batalla? Los soldados habían aprendido el arte de la guerra y seguramente pelearon valientemente, ¿pero te fijas quién fue realmente el que ganó la batalla para ellos?
Fíjate en este verso: “Y sucedió que mientras Moisés tenía en alto su mano, Israel prevalecía; y cuando dejaba caer la mano, prevalecía Amalec” (Éxodo 17:11).
Qué manera tan extraña de ganar la batalla, ¿no es cierto? O sea, Moisés está en la cima de una montaña, con un hombre a cada lado, y si él levantaba sus manos los israelitas ganaban la batalla, pero si las bajaba, ¡ellos perdían!
Imagínate a un soldado israelí en el medio del calor de la batalla, peleando como un buen guerrero lo hace. Y de repente, en un pequeño instante, voltea a mirar hacia una colina; y allí ve a tres hombres, estando el de en medio con sus manos estiradas en señal de victoria. Ese soldado sabe que, de alguna manera, ese hombre de en medio está ganando la batalla por él, y por ende, ¡pelea más fuerte!
¿Ves ahora lo que significa batallar a la sombra de la cruz?
Amigo(a), la impureza sexual es una tentación demasiado poderosa. La batalla por la victoria es intensa. Tendrás que ser demasiado inteligente a la hora de hacer un plan para derrotarla y pelear fuerte hasta vencerla. Pero detente por un minuto y mira hacia el monte Calvario. Allí ves a tres hombres, y el de en medio tiene Sus brazos extendidos en señal de victoria. Y lo que Él está haciendo allí ha ganado la batalla por ti.
Colosenses 2:15 (NTV) De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz.
Así como este soldado en batalla, nosotros tenemos que pelear con nuestros ojos en la cruz, recibiendo gracia de Dios, agradeciéndole a Jesús por el perdón y reconciliación a través de Su muerte y resurrección.
Hebreos 12:2-3 (RVC) Fijemos la mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz y menospreció el oprobio, y se sentó a la derecha del trono de Dios. (3) por lo tanto, consideren a aquel que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores, para que no se cansen ni se desanimen.